10 años del envío de Ana Belén
La misionera Ana Belén remite a los 10 años del envío una carta de agradecimiento a su Comunidad, del Camino Neocatecumenal, y nos invita a todos a rezar por la misión
Ha autorizado a publicar la carta, ya que nos hace participe de los 10 años que lleva en Luxemburgo, y nos agradece el haber estado siempre junto a ella en estos diez años. Y continuaremos estándolo, si así Dios lo quiere.
Os dejemos la carta y la noticia que publicamos cuando fue enviada.
Carta de Ana Belén
<Un abrazo misionero, la Paz.
Queridos hermanos, la Paz.
Un día como hoy hace 10 años llegaba a Luxemburgo. No llegaba con entusiasmo, ni con ganas, ni con alegría… llegaba con una palabra de Juan de Mena que ni siquiera me creía: no tengas miedo, el Señor te acompaña.
Una vida alborotada
Llegue en un momento importante en mi vida. O de verdad me dejaba encontrar por Jesucristo o
mi vida iba destinada al fracaso. Después de fracasar en los estudios, un noviazgo desordenado, una doblez en el camino, una vida desordenada… pensé: ¿por qué no poner a prueba aquella palabra de Juan de Mena y obedecer? Y así, llegue a Luxemburgo.
Ser agradecida, ante todo a Dios

El camino no ha sido fácil pero hoy tengo que ser agradecida. En todos estos años el Señor me ha
concedido crecer y madurar en la fe. El hecho de experimentar que no todo esta perdido, que el Señor tiene poder para sanar las heridas, que se puede vivir de otra manera, que morir por el otro tiene sentido, que la oración es más poderosa que cualquier título universitario, que la vida en Jesucristo es mucho más que tenerlo todo, que ahí donde no llego a aceptarme, el Señor me dice: no temas, yo estoy contigo. En definitiva, experimentar el amor de dios y sentirme amada en mi debilidad, en mi pobreza, en mis pecados. Por eso estoy agradecida al señor por todos estos años. Por su paciencia y por su amor
infinito.
Agradeceros también a vosotros, mi comunidad, por acompañarme, por corregirme, por ayudarme, por mostrarme lo que soy y aun así quererme en el Señor.
Se me vienen a la cabeza personas concretas que durante todos estos años me han ayudado y sostenido en la fe. Sería muy largo y difícil hablar de todos, pero quiero agradecerles también su paciencia y oración por mí.
Y como no nuestros catequistas que, año tras año, me han escuchado con paciencia y, aunque a veces me han corregido fuertemente y sin yo entenderlo, me han transmitido que la misión es una sola, solo con el Señor. Que si pongo al Señor lo primero, el yugo será suave y la carga ligera.
Pero como decía, esto es un combate diario. No puedo dejar de rezar. Mi vida va en ello.
Mantengamos la oración por ella
Os pido que sigáis rezando por mi. Que siempre vaya detrás del Señor, enamorándome de él cada
día para seguir experimentando que el Señor me acompaña siempre.
Un abrazo, la Paz.


