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Experiencia misionera de Cristina Santana: Nacala, verano 2013.

Espacio misionero diocesano de la Iglesia católica de Cádiz y Ceuta

Experiencia misionera de Cristina Santana: Nacala, verano 2013.

“ID A HACER DISCÍPULOS ENTRE TODOS LOS PUEBLOS”
Con esta disposición es con la que marchaba camino de Nacala (Mozambique), con la actitud de ir a evangelizar con mis dones personales, anunciar la Buena Nueva, testificar la alegría de sentirnos los elegidos de Dios y de compartir mi Fe con los cristianos de Nacala, en un lugar donde la presencia de musulmanes es mayor. Eso sí, con un respeto grande entre las dos religiones. 
Ya en la Jornada Mundial de la Juventud, que tuve la oportunidad de vivirla en Carapira junto a todos los jóvenes de la Diócesis, se nos dijo: Que nuestro encuentro con el Cristo resucitado, disipe las tinieblas del miedo y las dudas que paralicen. Vivamos con autenticidad nuestro SER y HACER misionero, allí donde seamos llamados por Dios.
De esta manera, emprendía camino, de muchos kilómetros en avión, hasta Nacala. Con una maleta llena de alegría, paciencia, comprensión, tensiones, nervios…entre tantos materiales que llevaba: Globos, tizas, lápices de colores, balones, elástico, comba… Un número de materiales físicos que siempre se queda corto por la escasez de estos elementos que hay allí pero a los que le sustituyen los valores cristianos que ahondan en sus corazones.
¿Cuál es el servicio que se me encomienda? ¿En qué proyectos misioneros voy a estar presente? Me siento orgullosa de haber conocido todos los proyectos que los Laicos Misioneros Vicencianos llevan a cabo en la ciudad de Nacala. La mayor parte de mi tiempo estuve acompañando en las clases de Educación Física a los profesores de la escuela “Cristo es Vida”. Una escuela que sigue el estilo de vida de San Vicente de Paúl y además en ella misma, se cuenta con un proyecto dirigido a los niños discapacitados o aquellos que tienen algún problema más grave a nivel familiar. Estos niños están internos en el proyecto, pasan todo el día en la escuela, se les da de almorzar y tan sólo duermen en casa. Desde el proyecto también se les hace un seguimiento visitando las casas de los familiares.
 
Otro de los proyectos en los que tuve la oportunidad de estar, fue en las escolinhas, pequeñas escuelitas situadas en barrios. Escuelitas donde se les da a pequeños (nuestros infantiles) una educación previa para después ir a la escuela de primaria. Una enseñanza impartida debajo de un árbol, con las crianzas sentadas en la estera (esterilla) y la pizarra apoyada sobre el árbol, una imagen conmovedora y especial, para comparar con lo que tenemos nosotros hoy aquí.
También tuve la oportunidad de preparar y organizar la Alfabetización para mayores en la misma escuela “Cristo es Vida”; de conocer el Predio de San Vicente de Paúl, un lugar donde se imparten cursos de fontanería, donde hay biblioteca para los jóvenes que necesiten buscar algún libro, cursos de informática e Inglés, una radio llamada Radio Watana que nos informa y nos tiene al día de los informativos de la ciudad de Nacala y, aparte de conocer todos estos proyectos de este lugar, aquí mismo pude desempeñar mis pocas habilidades de pintura, de decoración y taller de pendientes, collares… A veces nos sentimos tan pequeños para algunas actividades pero después nos damos cuenta que lo mismo podemos servir para un roto que para un descosido.
 
Por último, otra de las tareas encomendadas era mi unión, durante cerca de mis dos meses de estancia, a la parroquia San Juan Bautista, donde participaba cada domingo de la Eucaristía además de hacer visitas a las pequeñas capelas (capillas) donde se reunían las comunidades cristianas de los barrios, celebrar junto a ellos la Palabra y compartir mi reflexión sobre el Evangelio, algo que ellos esperaban con ansia, que la misionera tuviera su momento de compartir. También en estas mismas capelas teníamos en distintos días, encuentros con jóvenes de la parroquia. Siempre  les llevaba organizado alguna dinámica, lectura del Evangelio para a continuación compartir y terminábamos con algún juego o canción para transmitir con alegría que en todo momento desde cualquier parte del mundo nos sentimos unidos en Cristo. Traigo a la memoria estas dos palabras que tanto se dicen en Mozambique ESTAMOS JUNTOS. 
La riqueza de diferentes congregaciones religiosas, cada una trabajando en diferentes proyectos y por supuesto dedicadas a la evangelización, es algo enriquecedor. Como tantos sacerdotes, hermanas y laicos misioneros que dan su vida por los más necesitados, los más pobres. Pero hay que seguir, que no se apague la antorcha misionera. 
Con estas letras he querido responder a la pregunta que tanta gente te hace cuando vuelves ¿Qué has hecho allí? De esta manera, aunque sea por un medio más frío, he intentado compartir mi pequeña pero intensa experiencia de misión con vosotros y como Laica Misionera Vicenciana, os animo a todos los que tenéis esta inquietud de la misión, a dar el paso, ser valientes para tener una experiencia de misión ad-gente o ad-extra. Que miremos siempre con ojos de Fe y en clave positiva, que a pesar de la pobreza que podamos ver, somos nosotros los que vamos a entregar parte de nuestro tiempo a los más empobrecidos y que todo lo que hagamos por pequeño que sea, allí será grande.
Un saludo desde mi tierra, Cádiz
Cristina Santana Gil, laica misionera vicenciana.
Miembro de Juventud Mariana Vicenciana (JMV) y del Secretariado diocesano de Misiones de Cádiz y Ceuta

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