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Misiones diocesanas celebra el fin de curso

Espacio misionero diocesano de la Iglesia católica de Cádiz y Ceuta

Misiones diocesanas celebra el fin de curso

Celebración misionera CádizHoy el Secretariado diocesano de Misiones y OMP culmina el curso 2013-2014.

El misionero, Manolo Penco, Misionero Seglar Vicenciano (MiSeVi), compartirá su vuelta a la misión.

Misionero MiseviLa primera de las partes, que comenzará a las 19’00h. y en la que se darán encuentro los miembros del Secretariado que están en alguna de sus Áreas: Misioneros, Monasterios, Infancia Misionera, Domund, Secretaría, Administración… contará con el enorme regalo de la presencia de Manolo Penco. Misionero que ya ha estado en misión desde 1992, pero regresado desde el 2010, y que en septiembre del presente año, irá a la Barra del Patuca, en la Diócesis de Trujillo, en La Moskitia, República de Honduras (Centroamérica). Además de contar con el testimonio misionero, previo tratarán el Orden del Día con temas propios del Secretariado de Misiones.

A las 20’30h. se celebrará la Eucaristía, en la que también se incorporarán los miembros que vienen al Secretariado a alguna de sus ofertas, como a la del Aula de Misionología.

Y cuando terminemos el Ágape por excelencia, compartiremos algunos bienes y momentos del curso con un vaso de refresco.

A todas esas personas y aquellos que estáis leyendo esto, os queremos dedicar las palabras del papa Francisco:

“Todo árbol bueno produce frutos buenos”
    En una civilización paradójicamente herida de anonimato y, a la vez obsesionada por los detalles de la vida de los demás, impudorosamente enferma de curiosidad malsana, la Iglesia necesita la mirada cercana para contemplar, conmoverse y detenerse ante el otro cuantas veces sea necesario. En este mundo los ministros ordenados y los demás agentes pastorales pueden hacer presente la fragancia de la presencia cercana de Jesús y su mirada personal. La Iglesia tendrá que iniciar a sus hermanos —sacerdotes, religiosos y laicos— en este «arte del acompañamiento», para que todos aprendan siempre a quitarse las sandalias ante la tierra sagrada del otro (cf. Ex 3,5). Tenemos que darle a nuestro caminar el ritmo sanador de proximidad, con una mirada respetuosa y llena de compasión pero que al mismo tiempo sane, libere y aliente a madurar en la vida cristiana…

    Más que nunca necesitamos de hombres y mujeres que, desde su experiencia de acompañamiento, conozcan los procesos donde campea la prudencia, la capacidad de comprensión, el arte de esperar, la docilidad al Espíritu, para cuidar entre todos a las ovejas que se nos confían de los lobos que intentan disgregar el rebaño. Necesitamos ejercitarnos en el arte de escuchar, que es más que oír. Lo primero, en la comunicación con el otro, es la capacidad del corazón que hace posible la proximidad, sin la cual no existe un verdadero encuentro espiritual. La escucha nos ayuda a encontrar el gesto y la palabra oportuna que nos desinstala de la tranquila condición de espectadores. Sólo a partir de esta escucha respetuosa y compasiva se pueden encontrar los caminos de un genuino crecimiento, despertar el deseo del ideal cristiano, las ansias de responder plenamente al amor de Dios y el anhelo de desarrollar lo mejor que Dios ha sembrado en la propia vida.

“La memoria del pueblo fiel, como la de María, debe quedar rebosante de las maravillas de Dios. Su corazón, esperanzado en la práctica alegre y posible del amor que se le comunicó, siente que toda palabra en la Escritura es primero don antes que exigencia” (Evangelii Gaudium, n.142)

Muchas gracias por vuestro compromiso misionero.

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