HISTORIA DE ESPERANZA

¡Paz y bien en Cristo nuestro Señor, en Su Historia de Esperanza!
Es con gran alegría y esperanza que me dirijo a todos y todas para reflexionar juntos sobre el llamado misionero “ad Gentes” que Cristo nos ha encomendado. En nuestra diócesis de Cádiz y Ceuta, contamos con 41 misioneros, de los cuales 16 llevan la buena nueva a tierras de América. Este es un motivo de gran orgullo y a la vez un llamado constante a renovar nuestro compromiso con la misión.
Hablan nuestros santos padres
San Pablo VI, en su exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi, nos recuerda que “Evangelizar constituye la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar” (EN, 14). La misión es, por tanto, la esencia misma de vuestra vocación, somos discípulos misioneros. En cada rincón del mundo, la Iglesia está llamada a ser signo y portadora del amor de Dios para todos los pueblos y culturas.
El Papa Francisco, en Evangelii Gaudium, nos invita a ser una Iglesia en salida, una Iglesia que no tiene miedo de ir a las periferias y anunciar el Evangelio con alegría y misericordia. Él nos dice: “Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo” (EG, 27). Este sueño misionero nos interpela a mirar más allá de nuestras fronteras, a ser audaces en el anuncio del Evangelio y a vivir nuestra fe con una pasión renovada.
Historia viva de la Iglesia en España
Como siempre, ¡desde 1959!, se celebra el día de Hispanoamérica, el primer domingo de marzo: este año hoy día 2. El lema para la jornada: “Historia de Esperanza”. Siguiendo la propuesta del Santo Padre, Francisco, queremos hablar en este año jubilar sobre la esperanza, y en esta ocasión, queremos destacar cómo el continente americano está marcado por una historia de esperanza en la que los pueblos, las culturas, ¡las personas! Están marcadas por su conocimiento y amor a Dios y la acogida de la salvación que nos trae Cristo. Esperanza, en tantas ocasiones, contra toda esperanza: por las dificultades sociales, económicas, de libertades y justicia que se viven.
La misión “ad Gentes” no es tarea fácil. Requiere de nosotros una profunda conversión personal y comunitaria, un corazón dispuesto a servir y una fe inquebrantable en la providencia de Dios. Nuestros misioneros en América, al igual que en otras partes del mundo, enfrentan desafíos culturales, sociales y espirituales. Sin embargo, su testimonio es un faro de luz que ilumina el camino de muchos hacia el encuentro con Cristo.
Es importante que apoyemos a nuestras hermanas y hermanos misioneros con nuestra oración constante, nuestro acompañamiento espiritual y, en la medida de lo posible, con recursos materiales que les permitan continuar su labor. Recordemos que cada uno de nosotros está llamado a ser misionero en el lugar donde Dios nos ha puesto, ya sea en nuestra parroquia, en nuestra comunidad o en tierras lejanas.
La misión “ad Gentes” es una expresión concreta de la caridad pastoral y un testimonio vivo de la universalidad de la Iglesia. Nos recuerda que la Iglesia no tiene fronteras y que todos somos parte de un mismo cuerpo en Cristo. Sigamos el ejemplo de nuestros misioneros y respondamos con generosidad y valentía al llamado de Cristo a llevar su amor a todos los confines de la tierra.
Que la Santísima Virgen María, Estrella de la Evangelización, interceda por nosotros y nos guíe en este camino misionero.
Con afecto fraterno en Cristo
BIZUM 00500
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Una respuesta
Sí nos dejamos tocar por el Amor de Cristo, la confesión de nuestra Fe, será imparable.